TEMA 11: Clasificación de los elementos y estructura de la materia
A principios del siglo XIX, John Dalton formuló su teoría atómica, proponiendo que la materia está compuesta por átomos indivisibles. Sin embargo, esta teoría no fue inmediatamente aceptada por la comunidad química. Muchos químicos consideraban a los átomos como entidades teóricas que no aportaban utilidad práctica en sus experimentos, donde se basaban en la medición y el peso de reactivos y productos.
A pesar de
estas controversias, los físicos lograron importantes avances en la comprensión
de la estructura atómica, gracias a sus estudios y experimentos. Paralelamente,
los químicos, a través de una serie de experimentos cada vez más numerosos y
diversos, descubrieron un número creciente de elementos. Esta proliferación de
nuevos elementos y la observación de similitudes entre ellos impulsaron la
necesidad de clasificarlos según sus propiedades observables y medibles. Este
período marcó un punto crucial en la química, ya que se empezó a investigar no
solo las propiedades externas de los elementos, sino también su estructura
interna, es decir, la constitución de sus átomos.
Los Gases y la Estructura de la Materia
A mediados del siglo XIX, se conocía que la materia tenía una naturaleza eléctrica, como se ha mencionado anteriormente. Sin embargo, aún no se comprendía completamente la constitución de la electricidad. De los tres estados de la materia, el estado gaseoso era el mejor entendido en cuanto a su comportamiento. Las leyes que describían el comportamiento de los gases eran relativamente simples y podían expresarse en un lenguaje matemático accesible.
En el siglo XVIII, Daniel Bernoulli (1700-1782), un
físico, matemático y médico suizo, postuló que entre las moléculas de un gas no
existían prácticamente interacciones y que estas moléculas estaban en constante
agitación. Estas ideas anticipaban la teoría cinética de los gases, que fue
formalizada más de un siglo después por Rudolf Clausius en 1858. No obstante,
fue Ludwig Boltzmann (1844-1906) quien realmente desarrolló la teoría cinética
de los gases, llevándola a la mecánica estadística e introduciendo el concepto
de probabilidad de los estados macroscópicos de un gas. En 1876, Boltzmann
formuló la expresión de la entropía de un gas, creando un vínculo entre la
termodinámica y la teoría cinética de la materia. Aunque sus ideas fueron
inicialmente rechazadas, con el tiempo demostraron ser correctas, allanando el
camino para la teoría de los cuantos de Planck y el descubrimiento de los
fotones por Einstein.
Por otro lado, Thomas Andrews (1813-1885) introdujo
en 1869 el concepto de temperatura crítica de un gas, la temperatura por encima
de la cual un gas no puede licuarse, sin importar cuánto se aumente la presión.
Poco después, el físico holandés Johannes D. van der Waals (1837-1923) observó
que los gases se desviaban considerablemente de la ley de Boyle-Mariotte a
altas presiones y bajas temperaturas. Van der Waals postuló que estas
desviaciones se debían a interacciones entre las moléculas gaseosas y a que ocupaban un cierto volumen,
aunque pequeño. Propuso una ecuación de estado para los gases reales que
incluía parámetros adicionales para tener en cuenta estas interacciones y
volúmenes.
Estas investigaciones sobre el comportamiento de los gases tuvieron consecuencias teóricas y prácticas significativas. El conocimiento de las temperaturas críticas permitió licuar gases considerados permanentes, como el nitrógeno y el oxígeno, lo que abrió el camino a la experimentación a bajas temperaturas. Investigadores como James Dewar y Carl von Linde hicieron importantes contribuciones en este campo, con Linde obteniendo aire líquido por primera vez en 1895.
Aunque el mundo que nos rodea es extremadamente complejo y la cantidad de compuestos químicos es enorme, el número de elementos químicos es relativamente reducido, poco más de cien. Sin embargo, estos elementos fueron descubriéndose paulatinamente a lo largo de la historia. Desde tiempos muy antiguos, se conocían elementos como el oro, la plata y el azufre. A lo largo de los siglos, se fueron añadiendo otros como el plomo, el cobre, el estaño, el hierro, el mercurio, el antimonio y el carbono, conocidos ya en los inicios de la era cristiana. Durante el extenso periodo de la alquimia, a pesar de su considerable desarrollo en técnicas y experimentos, solo se llegaron a conocer unos doce elementos hasta el año 1700. Con el avance de las nuevas ideas en química durante el siglo XVIII, se caracterizaron veintiún elementos adicionales y en el siglo XIX se descubrieron cuarenta y siete más. El resto de los elementos del sistema periódico se descubrieron ya en el siglo XX.
Primeros Intentos de Clasificación
A medida que el número de elementos conocidos aumentaba, los químicos comenzaron a notar ciertas similitudes entre ellos, lo que llevó a los primeros intentos de clasificarlos, aunque sin demasiado éxito inicial. El químico alemán Johann Wolfgang Döbereiner fue uno de los primeros en lograr cierto éxito: en 1817, empezó a agrupar elementos con pesos atómicos similares en tríadas. Por su parte, el francés Jean-Baptiste Dumas comenzó en 1830 a clasificar los no metales en tríadas que él denominó familias naturales, mientras que su compatriota Louis Jacques Thénard clasificó los metales según su reactividad frente al agua y el aire, dividiéndolos en cuatro grupos, desde los metales nobles, que no se oxidaban, hasta los metales que se oxidaban muy fácilmente.
Estas primeras clasificaciones consistían en agrupar elementos por ciertas analogías en alguna propiedad física o química, pero no se había identificado ninguna periodicidad en estas propiedades. Fue el científico francés Alexandre-Émile Béguyer de Chancourtois quien realizó una observación genial: las propiedades de los elementos eran repetitivas. En 1862, ordenó los elementos según su peso atómico creciente en una especie de hélice, mostrando la repetición de propiedades. En 1864, el inglés John Alexander Reina Newlands formuló la regla de la "octava", basada en una analogía con las notas musicales. Clasificando los elementos según su peso atómico creciente, observó que cada octavo elemento tenía propiedades similares, lo que llevó a la idea de las familias de elementos que se correspondían con estas "octavas". Aunque las conclusiones de Newlands fueron muy interesantes, su trabajo no tuvo éxito en su tiempo.
Sistemas Periódicos
Basándose en la idea de periodicidad, el químico alemán Lothar Meyer realizó una clasificación en grupos de elementos con algunas analogías significativas, detallada en su libro "Teorías de la química moderna". En 1869, Meyer se dio cuenta de la relación entre el peso atómico de los elementos y su densidad, lo que le permitió realizar una ordenación general de los elementos.
En ese mismo año, el químico ruso Dmitri Mendeléyev
propuso otra clasificación, basada en las propiedades químicas de los
elementos, y observó que estas propiedades eran una función periódica del peso
atómico. Mendeléyev ordenó los sesenta y tres elementos conocidos hasta
entonces en una tabla con seis grupos, similar a la tabla periódica actual,
aunque dispuso los periodos verticalmente. Además, tuvo la visión de futuro de
prever la existencia de elementos desconocidos en su tiempo, dejando huecos en
su tabla para ellos.
Avances y Consolidación de la Tabla Periódica
Aunque al principio estas ideas no tuvieron una acogida muy calurosa, posteriormente tuvieron un gran éxito, sobre todo cuando Lecoq de Boisbaudran, Moseley y Rydberg continuaron estudiando en esta dirección. Así, en 1875, Lecoq de Boisbaudran descubrió el galio, cuya existencia había sido predicha por Mendeléyev (quien lo había llamado "eka-aluminio"). Henry Moseley (1887-1915), por su parte, obtuvo espectros de rayos X de muchos elementos, utilizando estos como anticátodos. Moseley observó que estos espectros consistían en una serie de líneas características y se dio cuenta de que existía una relación entre la frecuencia de la primera de estas líneas y un parámetro que resultó ser el número de orden del elemento en cuestión en la tabla periódica, al que llamó "número atómico" (1913). Moseley determinó la expresión matemática de esta relación (la ley de Moseley, totalmente empírica), lo cual facilitó mucho la determinación de la posición de los nuevos elementos que se iban descubriendo.
Poco a poco se fueron encontrando nuevos elementos, como el escandio en 1879 y el germanio en 1886. Sin embargo, uno de los descubrimientos más sorprendentes fue el de dos gases del aire que, en principio, resultaban inclasificables: el argón, descubierto en 1894 por Rayleigh y Ramsay (argón en griego significa "inerte"), y el helio, encontrado por Ramsay en 1895. Por esta razón, se creó para ellos un nuevo grupo, el grupo cero, en el cual se previó la existencia de otros elementos que luego también fueron descubiertos, constituyendo el grupo de los gases raros o gases nobles.
Asimismo, se descubrieron otros elementos inclasificables, conocidos como "tierras raras", que después recibieron el nombre de lantánidos, formando un grupo de 15 elementos. Así se llegó a 92 elementos naturales, desde el hidrógeno (elemento 1) hasta el uranio (elemento 92). Posteriormente, ya bien entrado el siglo XX, se añadieron otros elementos que no se han encontrado en la naturaleza, sino que se han obtenido artificialmente en reacciones nucleares: los elementos transuránidos, que forman parte de los actínidos. Con todos estos descubrimientos se llegó a la tabla periódica más utilizada actualmente, elaborada en 1905 por Werner, aunque con ciertos arreglos posteriores, y constituida por 18 columnas y 7 líneas horizontales.
Tabla periódica actual
Ciencia y
Tecnología
El invento en 1903 del ultramicroscopio, debido a
Zsigmondy (Premio Nobel de Química en 1925), muestra nuevamente las
interconexiones entre la ciencia y la tecnología: ambas caminan estrechamente
unidas, influyéndose mutuamente y repercutiendo, en definitiva, en la vida del
hombre.
Por otra parte, gran número de científicos seguían
en la línea de estudiar la electricidad, tanto en cuanto a la determinación de
su naturaleza como en cuanto a analizar los múltiples fenómenos en los que, de
una manera u otra, aquélla estaba implicada. Así, ya muy entrado el siglo XIX,
el físico inglés G. C. Stoney, para intentar explicar los fenómenos
electrolíticos, propuso primero, en 1874, que la electricidad sería también
granular y después, ya en 1891, él mismo dio el nombre de electrón a esos «granos»
que constituirían la carga mínima o carga elemental de electricidad.
Fenómenos
Eléctricos Asociados a los Gases
Se empezaron a estudiar los fenómenos eléctricos
asociados a los gases. Uno de ellos fue el estudio de su conductividad
eléctrica. El físico inglés J. J. Thomson (1856-1940), trabajando con gases a
muy bajas presiones, o gases enrarecidos, a los que comunicaba una corriente
eléctrica de alto voltaje, detectó un hecho experimental que resultó
trascendental en el estudio de la naturaleza de la materia. Se sabía que los
gases se escindían en una corriente de partículas de masa pequeñísima y de
carga negativa, que eran siempre iguales, cualquiera que fuese el gas empleado,
y en una corriente de partículas de masa ya considerable y prácticamente igual
a la de los átomos del gas de partida, que tenían carga positiva. La primera
corriente eran los rayos catódicos (constituidos por electrones) y la segunda,
los rayos positivos o rayos canales (que ya habían sido descubiertos por el
físico alemán E. Goldstein, en 1886). Estudiando los rayos catódicos, Thomson
consiguió determinar la relación carga/masa del electrón en 1897. Gracias a
este descubrimiento, W. Conrad Röntgen (1845-1923, físico alemán, Premio Nobel
de Física en 1901) llegó a otro descubrimiento: los rayos X, en 1895, obtenidos
al bombardear con los rayos catódicos diversas sustancias y que aparecían en la
pared opuesta al cátodo.
Röntgen intentó por muy diversos métodos dilucidar
la naturaleza de esas radiaciones y no lo consiguió, por lo que les dio el
nombre de rayos X. Hoy en día, no obstante, se conoce que son de naturaleza
ondulatoria. El descubrimiento de estos rayos X permitió a Moseley, como ya
hemos visto, evidenciar experimentalmente en 1913 el ordenamiento de los
elementos en la tabla periódica.
Descubrimiento
del Protón y Aislamiento de Isótopos
Volviendo a Thomson, el estudio de los rayos
canales o positivos propició otros dos importantes logros: el descubrimiento
del protón y el aislamiento de los isótopos. Por el conjunto de sus trabajos,
Thomson obtuvo el Premio Nobel de Física del año 1906. También llegó con estos
rayos a determinar la masa atómica de muchos elementos. El método de Thomson
fue revisado y mejorado por F. W. Aston, químico inglés que en 1919 ideó el
espectrógrafo de masas, lo cual permitió una determinación mucho más precisa de
las masas atómicas, demostrando nuevamente la colaboración entre la tecnología
y la ciencia.
Descubrimiento
del Neutrón
Con todo lo anterior, se conocían dos de los integrantes de los átomos, el protón y el electrón. En cuanto al tercer componente, el neutrón, no se descubrió hasta mucho después, por Chadwick en 1932, aunque su existencia se había intuido desde los tiempos de los experimentos de Thomson.
Descubrimiento de la Radiactividad
A finales del siglo XIX, se hizo un descubrimiento que
tendría enormes repercusiones en muchos campos científicos: la radiactividad.
En 1896, el físico y también ingeniero de minas francés Henri Becquerel
(1852-1908, Premio Nobel de Física de 1903), trabajando con sales de uranio
—concretamente con cristales de sulfato de uranilo—, descubrió de forma casual
que emitían una radiación capaz de impresionar una placa fotográfica. Esta
radiación se denominó inicialmente "rayos Becquerel". Se comprobó que
este hecho también ocurría en otros compuestos de uranio, lo que llevó a
suponer que era este elemento el responsable de esas radiaciones.
Estos experimentos despertaron un gran interés, llevando a otros científicos a investigar en esa dirección. Así, la científica polaca María Sklodowska (1867-1934), conocida como Marie Curie por su matrimonio con el físico francés Pierre Curie, comenzó siendo discípula de Becquerel. En 1898, Marie y Pierre Curie descubrieron que la emisión de radiaciones también ocurría en el torio. Fueron ellos quienes denominaron a estos fenómenos "radioactividad", deduciendo que se trataba de una propiedad atómica. Continuando con sus investigaciones, trabajaron con pechblenda (minerales de óxido de uranio) y descubrieron dos nuevos elementos: el polonio y el radio. Junto con Becquerel, recibieron el Premio Nobel de Física en 1903. Marie Curie también recibió el Premio Nobel de Química en 1911, siendo una de las pocas personas en recibir dos premios Nobel en ciencias.
Desarrollos en el Campo de la Radiactividad
A pesar de estos enormes éxitos científicos, Marie
Curie fue rechazada para la Academia de Ciencias Francesa, simplemente por ser
mujer. La lista de elementos radiactivos siguió aumentando (radón, actinio...),
y se determinó la naturaleza compleja de las radiaciones radiactivas, que en
realidad son de tres tipos: rayos α, rayos β y rayos γ.
Ilustres científicos comenzaron a investigar los fenómenos radiactivos, incluyendo a Ernest Rutherford (1871-1937), un famoso científico inglés nacido en Nueva Zelanda. Rutherford, considerado uno de los fundadores de la física y la química nuclear, propuso la existencia de un núcleo en los átomos, un volumen muy pequeño donde se concentraba prácticamente toda su masa y que tenía carga positiva. Junto al químico inglés Frederick Soddy (1877-1956, Premio Nobel de Química de 1921), Rutherford descubrió que el radón se transforma en helio en los fenómenos radiactivos. Este descubrimiento cumplía el viejo sueño de los alquimistas: la transmutación de elementos.
Impacto en
la Comprensión del Átomo y la Energía
El átomo, que ya no era considerado indivisible,
también resultó ser mutable, puesto que puede transformarse en otros átomos
distintos mediante reacciones nucleares. Cuando esto ocurre, se produce una
pérdida de masa que se traduce en la liberación de una gran cantidad de energía
en forma de radiaciones. Aquí es donde entra Einstein y su teoría de la
relatividad (1905) para explicar la relación masa/energía.
Soddy también descubrió la existencia de isótopos, detectados por primera vez en algunos elementos radiactivos. Thomson y Aston ratificaron este descubrimiento, logrando aislar un isótopo del neón. Este trabajo demostró la complejidad y la riqueza del mundo atómico, estableciendo una base sólida para el desarrollo de la química moderna y la física nuclear.
La Mecánica Cuántica
El estudio
de la estructura de la materia avanzó significativamente gracias a las
contribuciones de la física y las matemáticas, entrando cada vez más en el
dominio de los físicos. Uno de los pasos decisivos en este campo fue dado por
el físico francés Louis de Broglie en 1924, quien introdujo los principios de
la mecánica ondulatoria en el concepto y las propiedades del electrón. De
Broglie planteó la hipótesis de que los electrones en movimiento, como
cualquier otra partícula, llevarían asociada una onda cuya longitud de onda
dependería de su velocidad y masa. Esto supuso dotar al electrón de una
naturaleza dual, tanto como partícula como onda.
Principio de Incertidumbre y Función de Onda
En 1927, el
físico alemán Werner Heisenberg formuló el principio de incertidumbre,
proponiendo la idea de que no se puede conocer con exactitud simultánea la
posición y la velocidad de un electrón. En lugar de exactitud, se introduce la
noción de probabilidad en el conocimiento de estas propiedades.
En 1926, el
físico suizo Erwin Schrödinger desarrolló un complejo marco matemático que
relacionaba la amplitud de las ondas de de Broglie con la densidad electrónica
en cualquier punto del espacio atómico. A través de esta teoría, Schrödinger
definió la función de onda de un electrón, que describe la probabilidad de
encontrar al electrón en una determinada región del espacio. Esta función de
onda se convirtió en el concepto de orbital atómico, sustituyendo la noción de
órbita del modelo atómico de Bohr.
Desarrollo del Modelo Mecano-Cuántico
La mecánica
cuántica, también conocida como mecánica ondulatoria, dio lugar a un nuevo
modelo atómico, el modelo mecano-cuántico. Este modelo fue perfeccionado
sucesivamente por importantes físicos como Paul Dirac, Max Born, Wolfgang
Pauli, Albert Einstein, Friedrich Hund, James Franck, y Linus Pauling, entre
otros.
Este nuevo
modelo proporcionó una comprensión más precisa y detallada de la estructura y
comportamiento de los átomos, explicando fenómenos que no podían ser abordados
por la física clásica. La mecánica cuántica reveló que las partículas
subatómicas no seguían trayectorias deterministas como objetos macroscópicos,
sino que su comportamiento estaba regido por principios probabilísticos.
Impacto en la Ciencia Moderna
El desarrollo de la mecánica cuántica revolucionó la física y la química, proporcionando una base teórica para la comprensión de una amplia variedad de fenómenos naturales y tecnológicos. Esta teoría no solo explicó la estructura electrónica de los átomos y moléculas, sino que también permitió el desarrollo de nuevas tecnologías como la electrónica, la computación cuántica y la nanotecnología. La mecánica cuántica sigue siendo un área activa de investigación, y sus principios fundamentales continúan influyendo en diversos campos científicos y tecnológicos. La comprensión de la naturaleza dual de las partículas y la introducción de conceptos probabilísticos en la física han cambiado para siempre.
Comprender la naturaleza de la materia implica no solo entender la estructura del átomo aislado, sino también cómo se unen los átomos entre sí. Esto es crucial para entender las reacciones químicas, cómo ocurren y por qué algunas reacciones tienen lugar mientras que otras no. En esencia, se trata de desentrañar el problema de la afinidad química.
Teoría Dualista del Enlace y Valencia
El descubrimiento de la naturaleza eléctrica de la materia aportó una comprensión fundamental al concepto del enlace químico. En 1812, Jöns Jacob Berzelius fue el primero en sugerir que los átomos se combinaban debido a una atracción de tipo eléctrico, conocida como la teoría dualista del enlace. Aunque esta explicación funcionaba bien para los compuestos inorgánicos, no era aplicable a los compuestos orgánicos. A mediados del siglo XIX, Frankland y Kekulé introdujeron el concepto de valencia, que se refería a la capacidad de un átomo para formar un cierto número de enlaces.
Complejos y Teoría de la Coordinación
A finales del siglo XIX, Alfred Werner descubrió los compuestos de coordinación, donde los metales de transición se combinaban con moléculas neutras formando estructuras complejas. Werner propuso que estos compuestos se mantenían unidos mediante valencias residuales, lo que le valió el Premio Nobel de Química en 1913.
Teoría
Electrónica del Enlace
El descubrimiento del electrón por J.J. Thomson allanó el camino para la teoría electrónica del enlace químico. Richard Abegg sugirió en 1904 que muchos elementos podían tener valencias positiva y negativa cuya suma fuera ocho. Walther Kossel propuso en 1916 el modelo de enlace iónico, donde los compuestos iónicos se forman mediante la atracción electrostática entre iones de carga opuesta.
Teoría del Enlace Covalente
También en 1916, Gilbert N. Lewis propuso el modelo de enlace covalente, donde los átomos comparten pares de electrones para formar enlaces. Este modelo fue extendido por Irving Langmuir, quien también introdujo la idea del enlace covalente coordinado. Estos conceptos proporcionaron explicaciones a los complejos de Werner y a la variedad de compuestos químicos.
Avances de la Mecánica Cuántica
Fuerzas Intermoleculares
A finales del siglo XIX y principios del XX, los
conceptos del enlace químico y la estructura atómica se consolidaron. La
colaboración entre físicos y químicos permitió esclarecer la naturaleza de la
materia, unificando el conocimiento de ambas disciplinas. Además, la
investigación en radioquímica no solo avanzó en la comprensión de la estructura
atómica, sino que también abrió nuevas rutas para aplicaciones prácticas. Estos
avances sentaron las bases de la química moderna, proporcionando una comprensión
profunda de cómo y por qué se forman los enlaces químicos.
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